Pequerato
Muy buenas:
Escribo aquí una pequeña historia que me servirá para argumentar una posterior teoría antropológica en la que llevo pensando un buen tiempo. Espero os guste:
<< Iba con aire despeinado y sin más preocupación que caminar hacia delante. Todos los planetas se habían alineado para disponer su única ocupación en poner un pie tras el otro, sin que su solitaria neurona no se despistara por la fresca fragancia primaveral. Fragancia cada vez más persistente en las calles de su barrio y que hacía no tan fácil el simple hecho de andar.
En ese preciso momento no hacía más nada que nada especialmente. Aprovechando esa fragilidad, aquél lugar se vistió con sus mejores armas. Su golpe más certero fue aparecer ante el “perito paseante” en el momento justo. No antes y mucho menos después. Era el lugar con el don de la idoneidad.
Ya que “nada” era lo que quería hacer, entró en aquel lugar sin poder adivinar que al final ese “nada” mutaría en “algo”. Era… inevitable. Un destino bastante cierto. ¡Barato, barato y más barato! Estanterías llenas de pequeños ocupadores de espacio, de regalos ideales para alguien, de replicas de aparatos soñados y hermanos ilícitos de grandes marcas. Pero eso si, en miniatura y sobre todo barato-barato.
En ese momento se dio cuenta que había reflotado la herencia del “todo a cien”. Caminaba por los pasillos de aquella tienda bautizada por el budú. No podía controlar su cabeza, sus vísceras, sus manos. Cada pequeño artículo era ideal para alguien, para algún lugar de la casa, para alguna fecha concreta… y además: ¡te lo puedes permitir porque es barato-barato!
Efectivamente. Al final terminó haciendo “algo” cuando era “nada” lo que deseaba. Por sólo cuatro euros regaló algo más que quitarle el polvo y llenó el lugar de su cuarto que rompía su amado horror vacui.
La razón creo que es incierta. Sin embargo creo que debe venir de algo genético que nos hace tener una tendencia incontrolable por lo pequeño y barato. Cuanto más entre en la bolsa por menos dinero… más feliz parecerá que me siento. Lo mejor, la sonrisa que provoca y el aire fresco de haber hecho un verdadero… ¡chollazo!. ¿Los “todo a cien” no cotizan en bolsa? >>